La primera vez que escuché hablar de San Ekeko, fue a través de una amiga boliviana que le tiene mucha devoción y me enseñó su risueña figurita. Me contó la historia de este santo que era un hombre muy bueno que allá adonde iba regalaba prosperidad y buena suerte y quizá (al menos así lo entendí yo) era un curandero que repartía curaciones allá adonde iba. Sin embargo, al conocer su historia, parece que el actual Ekeko es un antiguo dios venerado por los aymaras llamado Thunnupa de la época prehispágina que ha sobrevivido a los intentos de la Iglesia por erradicar su culto. Ekeko es un santo popular, santificado por los pueblos que lo veneran y atrae, principalmente la prosperidad. A Ekeko le gusta fumar y beber así que a su estatuilla hay que darle un vasito de licor y un cigarro para seguidamente solicitarle ayuda. De todas sus oraciones, he rescatado ésta:
" ¡¡ Ekeko !! Dios de la fortuna, poderosísimo jorobado hombrecito: que rico has hecho a quién te lo solicita.Haz que al brindarte un cigarro, mi destino cambie y que el halagador bienestar que la riqueza proporciona, llegue a mi persona. Que en mi hogar reine la paz, tranquilidad y alegría, que se multiplique el dinero, que cada día tenga y que el gran amor de mi vida sólo tenga ojos para mí. Amén. "
" ¡¡Ekeko !! Dios de la abundancia, yo te invoco para que acrecientes mis riquezas. ¡Oh! Ekeko, Dios de la prosperidad, yo te invoco para que no me falte casa, vestido ni sustento. ¡Oh! Ekeko, Dios de la protección atiende a mi ruego y protégeme de todo mal, que la dicha y la salud estén siempre conmigo. Amén. "
